¿ES FEMINISTA BAILAR DANZA ORIENTAL?

Noemi Llopis bailando

La pregunta me surge tras disfrutar de este video de la maravillosa Kaouthar Darmoni.
Y yo me respondo a mí misma: ¡SÍ!
Digo: ¡efectivamente!
Digo: ¡es evidente!
Digo: bueno…supongo que depende desde dónde se baile, se mire y se reflexione.
Para mí sí, desde luego. De hecho para mí todas las danzas del vientre del mundo son feministas.

DANZAS UNIVERSALES

Y es que después de más de 20 años bailándola me he estado fijando en algo que me parece muy llamativo: cuántas danzas folclóricas alrededor del planeta, ejecutadas principalmente por mujeres, mueven particularmente la zona del vientre. Respuesta: un montón. Danzas polinesias, danzas del norte de África, subsaharianas, danzas afroamericanas, danzas precolombinas, danzas de Asia Menor, la India, del sudeste asiático, danzas zíngaras indias, zíngaras africanas, zíngaras turcas,…y las que desconozco.

Demasiada casualidad, me dije.

RAQS

No, no son unas siglas millennials. Raqs significa danza en árabe. La danza oriental, el Raqs Sharki, es una de estas danzas del vientre, danzas que mueven el vientre, que lo sacuden, que lo ondulan, o mejor dicho danzas que hacen nacer el movimiento en el vientre para fluir orgánico por el resto del cuerpo.

De hecho, es una de las que más moviliza esta parte del cuerpo. Por este motivo cuando la sociedad occidental la descubre en sus ferias universales a finales del siglo XIX la bautiza como danse du ventre, tal y como cuenta Bianca Suriol en su pagina web

¿PERO ESO LA HACE FEMINISTA?

Pues, de nuevo, sí. Efectivamente. Es evidente…¿no?

Vale, vale, lo sé. Todavía no me he explicado demasiado. Además la imagen más popular, más conocida y sobada de las exóticas danzas de oriente medio son las brillantes lentejuelas y cuentitas, la piel expuesta y los gestos seductores. ¿Qué podría tener eso que ver con el feminismo?, se podría preguntar alguna. A simple vista hace pensar en lo contrario. La gran parte de la danza oriental que es representada hoy en día en escenarios a nivel mundial, y que es estudiada en la mayoría de estudios de danza parecería estar destinada al goce de la mirada del hombre, parece representar la disponibilidad de la bailarina, una mujer “fácil” que solo pretende ser admirada por su belleza y destreza. Pero resulta que esta escenografía es muy reciente en el tiempo, no tiene poco más de un siglo. Aun así es real, sí. Esa imagen es legítima. Eso también es la danza oriental: la mujer voluptuosa, que se siente atractiva, seductora, sensual, juguetona, esa también es cierta…pero es solo una de tantas mujeres, uno de los arquetipos bailables, uno más de los múltiples aspectos de la amplísima expresión de la feminidad. Y la danza oriental es eso: expresión de la Feminidad. La Feminidad Completa y Gozosa.

Acerca de la Feminidad y qué significa, con perspectiva de género, claro, escribiré en otro post.

PERO VOLVAMOS A ESOS VIENTRES MOVEDIZOS

Porque resulta que la casualidad no es tal. El movimiento circular, ondulante, en sacudidas, espirales o infinitos en el vientre, lo que en realidad están moviendo, masajeando y estimulando es al útero. ¡¡Sí!! ¡¡Al útero!! El maravilloso útero. No lo digo yo, en Medicina Tradicional China tengo entendido que le llaman Maravillosa Entraña…bueno y yo también.

Este órgano único en el cuerpo femenino (cromosómicamente hablando), situado en el centro de la cavidad inferior de la pelvis y miembro del sistema hormonal, es centro energético femenino por excelencia. Y en todos los cuerpos además coincide con el segundo chakra, el hara y el tantien inferior.

Mi intuición no me engañaba.

Resulta que todas esas danzas, algunas incluso ancestrales, tienen en realidad como fin primordial la estimulación del útero en la mujer, la niña, la joven, la adulta, la sabia. Y efectivamente si se practica desde edades bien tempranas como recomienda Casilda Rodrigañez(1), nos garantiza un útero con funcionamiento fisiológico sano y no patológico como está ocurriendo en la mayoría de úteros occidentales. Pero nunca es tarde. Al contrario, el útero igual que se contrae, se congela o deja de palpitar, tiene en poco tiempo una gran capacidad de recuperación energética. Solo hay que ponerle consciencia y amorcito.

Esos movimientos de las danzas del vientre y en concreto de la danza oriental activan y relajan de manera dinámica al propio órgano y a su musculatura adyacente para que ondule libre, en cualquier momento. Ya sea con un fin calmante, en busca de fertilidad, de conexión en el embarazo, de regulación en la menopausia, su estimulación además de garantizar orgasmos, menstruaciones sin dolor y partos efectivos, es el origen de la pasión, el sentido de abundancia y la creatividad orientada a la autorrealización.

Y es que después de tantos años bailando esta danza uterina, y sintiendo sus efectos en mí, puedo asegurar que mueve y promueve un gran poder interior, un poder no combativo, por supuesto, un poder gozoso, de dignidad merecida. Un poder relacionado con mi sentido de identidad más íntimo, con mi verdad más genuina.

¿Y qué es más feminista que una mujer empoderada, consciente de su sexualidad radiante, despierta, amplia, manifiesta, comprometida consigo misma, irreverente incluso a los mandatos inconscientes del sistema patriarcal?

¡¡MUEVE TU VIENTRE!!

El Útero (y ya lo pongo en mayúscula para darle la importancia que merece) ha sido ignorado por el estudio médico-científico más allá de su función reproductiva, siendo extirpado sin piedad a la mínima sospecha de anormalidad. Pero es que la normalidad médica es muy reducida. Por eso bailar danza útera es para mí un acto también político, de mirada crítica al sistema patriarcal.

También he sido testigo de sus efectos emocionales y físicos tanto si el Útero se encuentra en su lugar de manera física como simbólica. Es decir, aun habiendo habido una histerectomía, el cuerpo recuerda su situación y su función, y sus beneficios al bailar la danza útera son los mismos.

De igual modo, en un cuerpo trans, la mujer nacida sin útero puede activar su gran poder a través de ondular y movilizar el vientre.

Pero es que incluso los cuerpos de sexo masculino son capaces de beneficiarse con el reconocimiento de su feminidad genuina, presente en todo, como el ying y el yang oriental.

Invito a todas las personas a danzar con consciencia, con placer (el idioma del útero), con amplitud de expresión, con libertad, entusiasmo y mucha rebeldía hacia este sistema que tanto nos duele.

(1) Pariremos con placer: Apuntes sobre la recuperación del útero espástico y la energía sexual femenina. Libro de Casilda Rodrigáñez. Lo puedes encontrar libre en su espacio virtual.

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